De acuerdo con el Índice Global de Emociones 2022 de Gallup, casi 190 millones de personas en todo el mundo sufren de estrés. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas, 450 millones en el mundo, sufren de al menos un trastorno mental.
Un estudio realizado por la Asociación Estadounidense de Psicología indica que el perfeccionismo en adultos ha crecido notablemente desde la década de 1980, lo que ha provocado un mayor índice de ansiedad y estrés.
Hoy en día uno de los temas que nos están volviendo unos sacos o envoltorios de toxicidad emocional es nuestro falso concepto de aceptar la diversidad. En cierta forma estamos dispuestos a hacerlo, pero aquí sí aplica la frase “aplican restricciones”.
¿Qué es la inteligencia emocional y cómo evitar la toxicidad emocional?
Aceptar y saber vivir con la diversidad y un alto nivel de estrés es un signo claro de una persona con una alta inteligencia emocional. Es entender que hoy todos somos la suma de todos y de todo, cosas positivas y negativas. Incluso nosotros mismos hemos sido suma o resta para alguien más.
La Inteligencia Emocional te lleva a entender que nuestro paso por esta vida no es un tema individual, que somos parte de un gran sistema. Aprender a respetar y escuchar diferentes puntos de vista es la clave para relacionarse con los demás de un modo sano y provechoso.
¿Cómo nos auto provocamos toxicidad emocional?
Pero sobre todo entender que una buena parte de lo que nos puede estar intoxicando todos los días no está “afuera” sino que somos nosotros mismos la fuente de ello.
La forma en la que reaccionamos ante estas circunstancias estresantes y emocionalmente desafiantes depende de nuestro sistema de creencias, por eso cuando nos damos cuenta de qué es lo que estamos pensando y generando emocionalmente es fundamental.
Pensar, procesar las emociones y sentir es un monitoreo que debemos de hacer lo más frecuentemente posible.
Focos más comunes que generan toxicidad emocional
- Fantasía del control. El control es una forma de relacionarnos con el entorno al que fuimos educados desde pequeños, al ser controlados por alguien y al intentar controlar lo que está afuera de nosotros.
- Fantasía de la perfección. Buscar que todo tenga de salir como “debe ser” a como dé lugar, ya que de no ser así.
Fantasía del rescate. Cuando la vocación de servicio cae en una irracionalidad tal, que la persona que quiere rescatar pasa a un segundo plano, el rescatado es más importante del que quiere rescatar. - Pensamientos repetidos hacia nosotros mismos o sobre una situación. Contarnos la misma historia una y otra vez a nosotros mismos, generando pensamientos y sentimientos tóxicos una y otra vez.
La recomendación es que “Si tan solo” pudieras comenzar a auto administrarte mejor en el uso de estas fantasías, habrá una mejora considerable en tus relaciones personales en todos tus roles y contigo mismo.
Si vamos acumulando toxicidad emocional, aunque sea de poco a poco, en algún momento nos convertiremos en saco lleno de toxicidad para los demás y por supuesto para nosotros mismos. Lo cual no es nada recomendable desde ningún punto de vista (mental, emocional e incluso físico).