La plataforma de streaming Netflix ha concretado este 5 de diciembre de 2025 la compra de Warner Bros. Discovery (WBD), incluido su estudio de cine y televisión, así como los servicios de HBO y HBO Max. El acuerdo, valorado en aproximadamente 82 700 millones de dólares, posiciona a Netflix como la nueva potencia global del entretenimiento.

Un catálogo imbatible
Con esta adquisición, Netflix suma a su ya amplio catálogo éxitos de Warner Bros. y HBO: franquicias emblemáticas como el universo Harry Potter, los mundos de DC Comics, títulos como Juego de Tronos, The Big Bang Theory o Los Soprano, entre muchos otros, sumándose a producciones originales de Netflix como La casa de papel, Stranger Things o Bridgerton. Este movimiento representa, según analistas del sector, “un nuevo orden” en la industria del entretenimiento: una fusión de músculo financiero, alcance global y contenido icónico.
¿Fin de la guerra del streaming?
Para concretar la operación, WBD separará su división de canales de cable como CNN, TNT y TBS en una nueva empresa, conocida como Discovery Global, cuyo lanzamiento en bolsa está previsto para 2026.
Al consolidarse Netflix, Warner Bros. y HBO bajo un mismo techo, lo que hasta ahora fue una batalla constante entre plataformas por atraer suscriptores podría quedar atrás: una sola superplataforma con un catálogo audiovisual casi total.

Preocupaciones por competencia y diversidad
El poder concentrado de esta unión ha encendido alertas regulatorias: expertos anticipan que las autoridades estadounidenses y europeas podrían poner trabas al acuerdo por su impacto en la competencia. Críticos advierten que esta concentración podría disminuir la diversidad creativa, encarecer el entretenimiento para los consumidores y limitar la oferta independiente en cine y series.
¿Qué sigue para los usuarios y la industria?
Si el acuerdo cierra como se espera en los próximos 12 a 18 meses una vez completada la escisión de Discovery Global, los usuarios globales de streaming podrían acceder a un catálogo sin precedentes.
Para la industria del cine y la producción audiovisual, el reto será adaptarse: la competencia se reducirá, la presión sobre la creación independiente aumentará y cambiarán las reglas del mercado.
